CONSIDERACIONES TEÓRICAS.
CRISIS VITALES: AYUDAR CUANDO LOS RIESGOS SON ALTOS.
Crisis: punto de cambio que puede sanar o enfermar (vertientes de somatización) posteriormente en 1970 se da la crisis del desarrollo personal o etapas del enfrentamiento, las circunstancias o ataques, los contactos sociales concurrentes al momentos de la crisis en la cual se caracterizan por un colapso en la capacidad para resolver problemas.
En las semanas y meses al suceso para motivar a la crisis para desempeñar la intervención en segunda instancia (psicoterapia breve).
Los sucesos traumáticos y perturbadores, de tal forma que estén preparados para poder resolver la problemática. La intervención de primera instancia es fundamental para la reorganización positiva o negativa.
Primeros auxilios psicológicos: se debe de brindar e inmediato se toman al poco tiempo.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS.
Eric Lindemann tras el incendio de centro nocturno y sus colaboradores en 1942 desempeñaron un papel activo para la ayuda.
Fue el primero en concebir las trascendencias de las crisis vitales en la psicoterapia del adulto, en el cual dependía de la historia del individuo para enfrentar sus problemas de manera desajustada.
La idea fue efectuar una asesoría de apoyo disponible mediante el teléfono las 24 horas del día. la desorganización y perturbación en la teoría de la crisis, se convirtieron parte integral del sistema mental. el cual también requiere un trabajo multidisciplinario.
INFLUENCIAS TEÓRICAS
Charles Darwin (1858): Desarrollo de la ecología humana cuya hipótesis es el ser humano es un mecanismo de adaptación en la relación del humano con el medio.
Freud (1905): Reduce la tensión en impulsos sexuales y agresivos.
Maslow (1954): Autorrealización y necesidad de enriquecer sus experiencias en el cual se caracteriza por la espontaneidad, intereses sociales y altruismo.
Buhler (1962): La conducta humana es intencional hacia la reestrucción de metas.
Erikson (1963): Cada transición el desarrollo subsecuente estaba en "línea" en datos empíricos.
HIGIENE MENTAL.
La higiene mental es el conjunto de actividades que permiten que una persona esté en equilibrio con su entorno sociocultural. Estas acciones intentan prevenir el surgimiento de comportamientos que no se adapten al funcionamiento social y garantizar el ajuste psicológico imprescindible para que el sujeto goce de buena salud mental.
Cuando hablamos de higiene mental se hace necesario que establezcamos que existen multitud de hábitos que podemos realizar de manera periódica y frecuente para conseguir que aquella sea lo más óptima posible. En concreto, algunos de los más significativos son los siguientes:
Valoración positiva de uno mismo: Con esto lo que venimos a dejar patente es que hace vital y fundamental para nuestra salud mental que reforcemos tanto nuestra autoestima como nuestra propia imagen. Y es que no sólo debemos valorar lo bueno que tiene el resto de personas sino también nosotros mismos.
Gestión de nuestras emociones. Todas y cada una de las emociones que nos asaltan, tanto en el lado positivo como en el negativo, se hace necesario que sepamos encauzarlas e interpretarlas por nuestro bien.
Recuerdos positivos. En este caso se trata de que debemos marcharnos al pasado para recordar momentos buenos y positivos y no otros que nos hicieron daño o que nos causaron frustración.
Satisfacción de las necesidades básicas. Tener una buena higiene mental que nos proporciones una salud mental estable y equilibrada es algo que pasa, entre otras cosas, por la satisfacción de nuestras necesidades básicas. Si no satisfacemos las mismas lo que haremos será causarnos una frustración y, por tanto, un daño. Entre esas necesidades principales estaría el comer, el beber, el dormir, el practicar sexo...
Ver lo positivo. Muchas serán las situaciones y las personas que estarán presentes en nuestro alrededor y de todas ellas sólo hay que quedarse con lo que es positivo y bueno para nosotros.
La autonomía, el bienestar subjetivo, el potencial emocional y la competitividad forman parte de los factores que debe cuidar la higiene mental. Es importante tener en cuenta que la ausencia de un desorden mental reconocido (como la esquizofrenia o la psicosis) no implica el bienestar mental.
La salud mental de un individuo se refleja en su comportamiento cotidiano y esta vinculada a la capacidad para manejar sus temores y angustias, controlas la ansiedad, enfrentar las dificultades y aliviar las tensiones. Todas las personas deberían poder llevar adelante una vida independiente sin que las relaciones interpersonales afecten su poder de decisión y resolución.
La higiene mental debe ser cuidada por cada individuo a través de hábitos positivos que le permitan mantener el equilibrio interno. La valoración positiva de los rasgos propios y ajenos, la catarsis emocional y el fortalecimiento de la autoestima son algunas de las cuestiones que cualquier persona debe trabajar para proteger su higiene mental y para evitar desequilibrios psicológicos que le impidan desenvolverse con normalidad.
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